Hasta siempre, Twitter.

No sé muy bien cómo ha de empezar esto. Llevo un tiempo con ganas de reflexionar en voz alta sobre Twitter, y he decidido que el mejor sitio para ello es mi (abandonadísimo) blog. Llevo meses alejado de una red social que para mí lo fue todo, y esto es algo difícil de asimilar. La llegada de Elon Musk supuso la gota que colmaba el vaso en una red social increíble, capaz de informar y de entretener a partes iguales. Un rincón que conocí en 2009, del que me enamoré meses más tarde y que abandoné en 2023. Cerca de 200.000 mensajes que recogen toda mi evolución hacia la madurez.

Porque cuando entré en Twitter apenas tenía 23 años y no sabía muy bien qué iba a ser de mi vida. Luchaba a diario por una soledad no deseada y en aquellas noches tristes la red social del pájaro azul me dio una curiosa a la par que maravillosa compañía. Mensajes cortos que iban surcando los cielos virtuales y que eran contestados sin otro objetivo que el de ser agradables. Fui conociendo a gente que todavía sigue estando presente en mi vida como Joan y Álvaro, amigos a los que quiero como si fueran de mi propia familia.

Twitter fue una maravillosa herramienta para superar mi timidez y mi miedo social. A ojo de buen cubero, he podido conocer en persona a no menos de 500 usuarios/as con los que he compartido muchas conversaciones. Asistí a eventos en los que lo pasé muy bien. Algunos perdurarán para siempre en el cuadernito que recoge todos esos recuerdos imborrables. Engañé a un periódico y les hice creer que Medina Azahara tocarían en el FIB, organicé una fiesta para 300 personas, me enamoré, conocí a personas diferentes a mí, lo que ha sido excelente en mi evolución hacia una persona más respetuosa e igualitaria. No exagero si digo que gracias a Twitter he aprendido más sobre la vida que en ninguna otra parte.

Pero pasaron los años, y donde antes había saludos y sonrisas ahora había ego, envidias y una actitud de matón que destrozó la esencia de la que una vez pude disfrutar en esa red social. Poco a poco Twitter dejó de ser un pueblo pequeño de vecinos y vecinas bien avenidos para convertirse en una gran ciudad donde por haber había hasta ratas. Y puede que fuese la edad, pero algo fue cambiando dentro de mí empecé a distanciarme de la red que tanto amé.

Recuerdo una conversación con mi estimada Marina en los días en los que se hablaba del posible aterrizaje de Musk en Twitter. Noté en ella una preocupación que no compartí en ese momento pero que acabó llegando días más tarde. Y poco tiempo después llegó la ruptura y me lancé a buscar un nuevo sitio donde sentirme igual. Y probé Mastodon y tiempo más tarde Bluesky, pero no era igual. Porque ninguna red social tendrá el aura que tuvo Twitter en su momento, pero tampoco nosotros/as volveremos a ser los mismos. Porque entrábamos sin pretensiones más allá de pasar el rato. No buscábamos la fama, ni llenarnos el ego, sólo éramos un grupito grande de nerds o geeks descubriendo algo nuevo por aquel entonces.

Hoy ya no queda nada de Twitter. Elon Musk se ha encargado de destruir todo lo que costó años en ser construido. Ha creado un club social para él y los suyos, y la gente como yo no somos bien recibidos. Confieso que se me ha hecho un nudo en la garganta al escribir estas últimas palabras porque es duro ver hundirse a ese espléndido barco, pero como he dicho ése ya no era mi barco.

Ni jamás lo será.