Esta semana visité Barcelona después de cinco años. Una ciudad que lo fue todo para mí y que, por diversos motivos, pasó a mis páginas del olvido. Pero los Rolling Stones me llevaron de nuevo a ella. Y contra todo pronostico, lo que creía que iba a ser un reencuentro con mi pasado fue en realidad un nuevo capítulo. Un capítulo que ha dejado abierta una puerta al futuro.
Barcelona tuvo un peso importante en mi pasado. Hace diez años lo era todo, pero poco a poco dejó de serlo. No te engañaré si digo que la evité durante un tiempo. Visitarla suponía zambullirme en un estado melancólico (algo duro). De ahí que este último viaje me diese miedo. Últimamente lo he pasado mal, y tener un ataque de melancolía no me iba a ser de gran utilidad.
El martes, cuando llegué a la estación de Sants, reconozco que fue como volver a 2009. Todo seguía igual. Bajé al metro y casi no necesité prestar mucha atención para saber a qué andén tenía que ir. Acabé en Las Ramblas y aquella melancolía seguía ahí. Me vinieron viejos recuerdos del pasado. Y empecé a sentir como un nudo en la garganta. No llevaba ni dos horas en Barcelona y ya sentía que esto iba a acabar mal.
Pero no fue así. Porque poco después me junté con Verónica, y más tarde con Juanjo. Y al día siguiente con Rocío. Y esa misma tarde, los Rolling Stones. Viví nuevas experiencias, descubrí nuevos rincones de la ciudad y lo mejor, conocí unas cuantas personas increíbles. Gente que me regaló un rato de su día, que me llenó de buenas vibraciones. Personas que me mostraron su cariño y me descubrieron cosas nuevas.
Me gustaría tener una mención especial para Juanjo. Ahora te hablo a ti y te digo: gracias. Nuestro encuentro me llenó de vitalidad. Fuiste mejor que mil sesiones de coaching. Debes superar mil obstáculos diarios y lo haces con una naturalidad ejemplar. Eres un ejemplo a seguir, al menos para mí. Puede que no seas Superman, que no seas un héroe, pero a veces sólo necesitamos la naturalidad para aprender que los miedos nunca nos deben superar. No sólo te debo una cena, te debo mil abrazos.
Volviendo a lo de antes, este viaje me ha servido para redescubrir una ciudad increíble. Barcelona y yo nos hemos vuelto a enamorar, o al menos hemos hecho las paces. Me ha regalado un montón de fotos y yo se lo he recompensado con todo mi cariño y una promesa: la de volver mas pronto que tarde.
Gracias por esta nueva oportunidad, Barcelona. Auguro que en el futuro, me regalarás historias nuevas para este humilde blog.
PD: este viaje también ha servido para tener mi primera experiencia con AirBnB. Pillé una habitación en un piso compartido y en general todo ha ido muy bien. Creí que no me iba a gustar nada, pero ha sido una experiencia diferente, muy interesante.