Querida Barcelona,
Siempre te he tenido en mi mente. Desde crío, supe que te visitaría tarde o temprano. Tus Juegos Olímpicos, que me pillaron muy jovencito, son uno de los primeros recuerdos televisivos que tengo. No llegué a visitarte hasta bien entrada la adoelscencia. Fue prácticamente un suspiro, menos que una excursión. Algo que me supo a poco.
Más tarde, viví un amor dentro de ti. ¡Qué cosa más bella! Aquel amor sirvió para descubrir una ciudad increíble, diferente, abierta. Nunca se me olvidará aquel paseo pegadito al mar, observando una ciudad moderna. Tampoco se me olvidarán aquellos paseos por el Raval, por Tallers, sintiéndome en un par de visitas un barcelonés más.
Fueron días preciosos, pero se acabaron. El amor se fue y con él una ruptura entre aquel mundo, el tuyo y el mío. Han pasado casi 10 años desde aquellos días y nos hemos reencontrado en un par de ocasiones, pero siempre he intentado evitarte. No quería reabrir viejas heridas y sentir nostalgia del pasado.
Te escribo hoy, querida Barcelona, porque sé que necesitas unas palabras bonitas. Casi todos los días de nuestra vida son duros, pero el de hoy lo ha sido más. Hoy han querido borrar tu sonrisa, tu luz, tu vida con odio y con dolor, y seguramente lo hayan conseguido. Hoy han atacado tu corazón o una de las arterias que va a parar a éste. Hoy unos indeseables han querido romper tu grandeza, pero no lo han conseguido.
En esta noche, triste y fría pese a estar a 17 de agosto, no quiero dejarte sola. Quiero que sientas mi cariño, ése que te di en el pasado y que creo que siempre te has merecido. Nuca estarás sola porque quien te conoce te guarda en el alma y te quiere. A veces eres mezquina, otras compleja, pero siempre te haces querer. Al fin y al cabo, ya lo dijo aquel sabio: eres poderosa.
Dale un abrazo a los tuyos. A todas esas personas que viven bajo tu nombre. Personas que te hacen grande. Cuida a todas esas amistades que viven dentro de ti, y de la misma forma, les pido a ellos que te cuiden como te mereces. Me has dado buenos amigos, ¿Cómo no te voy a querer?
Querida Barcelona, sólo quería mandarte unas palabras de amor y cariño en un día muy oscuro. Nos volveremos a ver en nada, en unas semanas. Sea mucho o poco tiempo, prometo vivirte como en nuestros mejores momentos. Prometo quererte como te mereces. No llores Barcelona, todos te queremos. Estamos contigo.
Un fuerte abrazo.
PD: Mira si eres buena gente, que no paras de regalarnos cosas bonitas. Una vez, llenaste de rayos de sol naciente mi habitación de hotel. Tuve que levantarme y comprobé que me habías regalado un amanecer precioso. ¡Qué grande eres, Barcelona!