Hay que estar majareta para decir que no es necesario un día del Orgullo LGTBI. Lo mismo digo de aquellos que hablan del Orgullo heterosexual. En la era de internet, los gilipollas tienen acceso a un megáfono para lanzar toda clase de burradas. Puede que hoy estemos mejor que ayer, pero todavía nos quedan muchos, muchos pasos que dar en el camino que nos lleve a la igualdad.
¿Por qué es necesario el Orgullo? por muchas razones. Porque en Irán, Sudán o Arabia Saudí, ser homosexual es un delito. En algunos de estos lugares, querer de otra forma significa morir ajusticiado. Lugares donde se impone la justicia moral y religiosa. Lugares que no se merecen mi respeto.
El Orgullo es necesario mientras haya gente que ataque a otra gente por el simple hecho de amar en libertad. Sólo en 2016, en España hubo 239 víctimas de ataques homofóbicos. 239 personas que viven en una prisión social por culpa de un grupo con unos valores retrógrados y repugnantes. Es necesario mientras usemos términos como maricón para querer insultar a alguien.
Imagina no poder besar a tu pareja en público. Ni siquiera poder pasear por la calle dados de la mano. Imagina no poder oficializar tu relación porque las leyes tradicionales de la religión han impuesto un aura negativa contra tu forma de ser, de querer, de amar o de sentirte. Imagina vivir así durante toda tu vida. ¿Vas entendiendo por qué necesitamos un Día así?
Porque el Orgullo es algo más que drag queens, tangas y alcohol. No te quedes con esa imagen que puede resultarte distinta o impactante. Lo que hoy nos escandaliza mañana será natural. Recuerda los 60, aquellas primeras mujeres valientes en vestir el bikini. Hoy es normal, pero ayer eran poco menos que unas frescas vistiendo como fulanas.
Más allá de la fiesta, del sexo, de lo que sea que creas que es el Orgullo LGTBI, está su objetivo. Mi ciudad, mi país, el mundo necesita muchos días como éste para seguir entendiendo sus defectos. El Orgullo es un día magnífico para recordar la falta de derechos y libertades de una parte de nuestra sociedad. Una parte que no hace nada más que lo mismo que hacemos tú y yo, amigo heterosexual, en libertad.
De ti depende celebrarlo o no. Vivirlo a tope o usarlo como un día más en tu activismo. Sólo sé que días como éste son necesarios. Y créeme, nadie quiere acabar más con este tipo de días que aquellas personas que son reconocidas en él. Ojalá un día en el que sea normal que un niño se sienta niña, que dos mujeres se besen en la calle y no haya nadie que ponga en riesgo su integridad. Ojalá un día en el que dos hombres puedan contraer matrimonio en cualquier rincón del planeta. Ojalá que ninguna persona pise la cárcel por el simple hecho de no ser heterosexual.
Podemos acabar con el día del Orgullo LGTBI, pero para que esto ocurra, todavía hacen falta muchos como éste.