En un par de meses, este blog cumplirá 13 años. Internet ha cambiado mucho desde que arranqué con él. Hace 10 años éramos muchas las personas que teníamos un blog personal. En él nos desintoxicábamos de nuestra rutina, compartíamos nuestros gustos musicales o cinematográficos. A veces hasta quedábamos para tomarnos unas cervezas (¿Os acordáis de los Beers & Blogs?). Pero en 2017, todo eso suena obsoleto, incluso naíf. Los hábitos han cambiado, y la irrupción de las redes sociales han hecho de este invento algo en desuso, al menos como diario personal.
Es cierto que mi ritmo de actualizaciones ha ido bajando año tras año, al igual que el número de visitas. Pese todo, sigo escribiendo en mi blog personal. Al principio creí que lo hacía por inercia, por el cariño que había cogido a la herramienta. Al fin y al cabo, es mi proyecto más duradero, no sólo en la red, sino en mi vida. Pero no, sigo escribiendo en él por una sencilla razón: porque es una herramienta que me sigue gustando.
Un post va más allá de una concatenación de tweets
Hay temas en los que a uno le gusta explayarse. Y por muy buen hilo que montes, no tendrá una lectura tan cómoda como la de un post. Por eso, cuando quiero reflexionar o dar un argumento de calidad, abro el portátil y me pongo a escribir en el blog. Aunque vivamos en la era del tweet o del titular, donde el lector no pasa más allá de la cuarta o quinta línea, me siento forzado a escribir artículos amplios en mi blog. Porque me gusta argumentar, dar ejemplos, concatenar ideas y conceptos. En definitiva, me gusta dar una opinión rica en matices, no una frase que busque polémica o que tenga varias lecturas.
Esto es aplicable a esos artículos de opinión que suelo escribir cada cierto tiempo, pero también para mis posts personales. Aun sigo disfrutando con mi storytelling particular. Me gusta compartir mis vivencias y mis reflexiones personales con el mundo. A veces lo hago para dejar anotado el suceso a modo de cuaderno de bitácora. Otras, bastantes, para que forme parte de mi autobiografía particular. Y en más de una ocasión, sirven para decir por escrito lo que no me atrevo a decir en voz alta.
De todos los blogs que seguía hace una década, creo que sólo mi compadre Bori sigue en pie de guerra. Son muchas las personas que abandonaron su blog. Y seguimos echando de menos aquellos EBEs en los que ser bloguero era algo guay. Es más que probable que hayamos vivido los mejores años de los blogs, pero pese a todo, pese a las mútliples herramientas que hay en la actualidad, me siguen pareciendo una de las mejores opciones para contar historias.
¿Y tú, tienes un blog?