Martes, 30 de mayo de 2017. Los taxistas españoles están llamados a la huelga. Se manifiestan contra Uber y Cabify, dos plataformas que han cambiado considerablemente el sector. Ofrecen un servicio diferente al tradicional de los taxistas. Pequeños detalles y avances, especialmente en lo tecnológico, que han conquistado a una parte de a sociedad. Hoy he querido reflexionar sobre este sector y me pregunto: ¿Es lícito que los taxistas salgan a la calle para protestar por estas empresas? ¿Quién tiene la razón en esta movida?
Creo que no hay un culpable único en esta situación. Es más, diría que todos tienen la culpa en algún lado. Y sus errores han creado una situación compleja, de la que es difícil sacar una idea clara. Por un lado está el sector del taxi. La mala fama que les precede no es la mejor compañera. Ofrecen un servicio a priori caro, que de forma muy común es de poca calidad. Pagamos cara una carrera donde nos tenemos que tragar una radio que odiamos, con una temperatura que no elegimos y a veces con una conversación que nos irrita. Todos hemos sufrido a un taxista.
Pese a todo, entiendo que los taxistas hayan salido a protestar. Más allá de la competencia desleal, Uber y Cabify son multinacionales que con toda clase de triquiñuelas legales evitan pagar impuestos. Es necesaria una regularización de este tipo de servicios. Y es normal que un profesional que a veces tiene que pagar centenares de miles de euros por una licencia se queje de este tipo de empresas. Desde luego, razón no le falta.
Pero más allá de este problema, y como bien indicaba mi querido Carlos Valladolid, el problema de los taxistas no es Uber y Cabify. El problema es por qué los usuarios prefieren estas plataformas a su servicio. Estas empresas han cogido la peor experiencia con un taxi y han intentado arreglarla a base de pequeños detalles. Casi todos ellos son innecesarios, puesto que poco afectan a elementos clave como podrían ser el precio o la duración del viaje. Son esos detalles que ofrecen un valor añadido, una experiencia que se dice ahora. La wifi, el botellín de agua gratis, el USB para cargar tu móvil o el poder poner tu música por bluetooth son chorraditas si, pero que hacen que el viaje sea mejor. Y a todo esto, debemos introducir sus apps, que nos ayudan a contratar y pagar el servicio de forma cómoda y rápida, usando el método de pago que más nos apetezca.
Desde que soy usuario de Twitter se ha dado una circunstancia curiosa: uso menos el taxi, pero conozco a más taxistas. Casi todos ellos viven y conocen muy bien el entorno digital y son amantes de los avances tecnológicos. En la medida que les ha ido posible, han ido ofreciendo servicios muy similares a los que uno encontrará en un Uber. ¿Cuál es el problema? que su visión y servicio no es el habitual. Por cada taxista que busca ofrecer una grata experiencia a bordo hay 9 que simplemente te llevan a tu destino porque es su trabajo, y atente a las condiciones de su vehículo.
El sector del transporte debe seguir evolucionando. Puede que no a la misma velocidad de la sociedad, pero sí al menos dar pasos hacia adelante. Debe hacernos entender el precio que pagamos, además de ofrecernos lo que nos atrae de la competencia. Debe hacerlo sabiendo de dónde viene el mundo del taxi. Es por ello que demonizar a Uber y Cabify no les va a servir con una buena parte de la sociedad. Quemar un Car2Go o presionar a la gente de Uber no los ayuda, mas bien lo contrario. Y con ello, nos echan en brazos de su competencia, ésa que ofrece una competencia desleal y juega al regate fiscal.