Ayer se celebró el Día Internacional de la mujer. Lo recordarás porque casi todas las mujeres de tu TL te recordaron la desigualdad que viven desde su nacimiento. También es posible que te encontrases con algún impresentable queriendo dar la nota. Te encontraste mil y un memes y fotos de apoyo a la igualdad y es posible que alguna de tus compañeras de trabajo decidiese hacer un paro de media hora. Ayer, muchas personas, empresas y administraciones apoyamos la causa feminista. La pregunta es, ¿qué vamos a hacer hoy?
La respuesta es simple: mantener el espíritu de ayer, pero dando un otro paso adelante. Como si de año nuevo se tratase, muchos ayer decidieron hacer algo con su vida y luchar por la desigualdad entre hombres y mujeres. Es probable que aquel primer paso solo fuese un gesto, un pequeño detalle, pero es mejor que nada. El simple hecho de aceptar la injusticia y comprobar que hay muchas cosas por cambiar es algo importante. “Vale, este es un mundo hecho por y para hombres, hay que cambiarlo”.
Ayer saliste a correr por primera vez, hoy toca algo difícil: volver a salir. Hoy debemos recoger el testigo del 8M y ver qué pasos podemos llevar a cabo. Podemos escuchar a las mujeres de nuestro entorno. A nuestras parejas, madres o hermanas y descubrir su realidad. Que nos cuenten historias desagradables que han vivido en su propia piel por el simple hecho de ser mujeres. Abusos, acosos, la infravaloración de sus cualidades… puede que así descubras cosas. Acciones de tu rutina que, vividas en la piel de una mujer, puede que no sean tan lógicas, agradables o divertidas. Descubre esos hábitos que tenemos por haber crecido y vivido en una sociedad machista. Descubrir y aceptar tus propios fallos es algo difícil. Quizás una ayuda te sea útil para abrir los ojos.
Al igual que hoy, el problema seguirá persistiendo, y tendrás que dar otro paso adelante. Quizás sea el momento de cambiar detalles de tu rutina. Aquellos que ayer te enseñaron y que descubriste que eran nocivos para un mundo igualitario. Paso a paso, posiblemente sea el momento de ir modificándolos. Deja de hacer chistes machistas, haz lo posible para que una mujer no se sienta intimidada por la calle o no seas un baboso intentando ligar. Descubre en qué puede cambiar tu vida haciendo que la de las mujeres sea cada vez más parecida a la tuya.
Vale, no es fácil. Cambiar hábitos con los que has convivido desde que tienes uso de razón es jodido, pero no imposible. Algunos se gestaron en la época de tu tatarabuelo. Cambiarlos de la noche a la mañana es algo imposible, pero modificarlos poco a poco es algo que está a nuestro alcance. No pienses en ti, piensa en la próxima generación. Hagamos que nuestros hijos vivan y se críen en una sociedad con unos valores igualitarios. Enseñémosles que nuestras diferencias no nos hacen mejores ni peores.
Vale, sonaré un poco Flanders y creerás que vivo en la calle de la Piruleta, pero es mi forma de ver las cosas. Habrá quien me critiqué por cada bando, pero francamente, nunca tendrán mi atención. Sé que un cambio radical acaba mal, te lo dice alguien que cada tres meses sale a correr y se engaña con un “venga, esta vez me genero un hábito”. Prefiero una reconversión lenta y segura que un experimento fallido, principalmente porque el fracaso supondrá mantener unos hábitos perjudiciales para nuestra sociedad. Así que llamadme ñoño, iluso, besaculos o lo que más os plazca, pero yo ya tengo clara mi hoja de ruta. Sé que habrá momentos en los que no entenderé el porqué del cambio, pero acabaré viendo la necesidad de hacerlo.
Y esto es todo lo que tenía que decir sobre el día de hoy.