Madrid, tenemos que hablar. Sabes que te quiero, que desde hace mucho eres mi ojito derecho. Pero uno no es de piedra. A veces salgo por ahí y conozco más ciudades, y en una de éstas, mira, no te engaño más, me he enamorado. Me gusta Berlín, para que endulcorarlo. Me gusta a nuestra manera, con un vínculo casi mágico que sólo las ciudades como tú, Madrid, sabéis impregnar a la gente.
Hace cuatro años, tuve una aventura con Berlín. Nada serio, fue un lío de cuatro días. No llegó a ser un rollo de un verano (o invierno, porque fue en plena Navidad). Un aquí te pillo, aquí te mato, pero que dejó huella. Bueno, pues estas navidades, tuve el mismo tema con ella, y mira, me tiene loco. Cada vez que me preguntan por ella, sonrío como un tonto y no paro de soltar cosas bonitas.
Ojo, no es que hayas empeorado. Ya sabes, querida Madrid, que siempre te he querido con todo mi corazón. En pocos sitios me lo he pasado mejor. Qué paseos tan agradables me he dado por tus calles. Y tus noches, tus museos, tu gente… pero oye, ha venido otra y me ha enseñado algo mejor. ¿Qué tiene Berlín que no tienes tú? pues mira, hija, no lo sé. Porque bonita, lo que se dice bonita, tampoco es que lo sea, así en general. En algunos sitios es gris tirando a fea, y está sucia y oscura, pero tiene algunos rincones que dan una luz cegadora.
Bueno, y su rollito bohemio y cultural. Madre mía, Madrid, que yo quiero mucho a tu movida, pero el tema bohemio de Berlín… me vuelve loco. Tanto graffiti, tanta casa pintarrajeada hasta el techo, tantas diferencias entre sus barrios… ay, qué maravilla. Y sus cafés, hija mía. Porque Madrid, te estás quedando sin sitios donde sentarte y poder montar una tertulia. Y en aquella ciudad le das una patada a una piedra y te sale un café cool. Y todo en alemán, que es como el euskera pero hablado por rubios. Lástima que no hablen en inglés, porque sino lo mismo me daba un siroco, me liaba la manta a la cabeza y me hacía las Américas. Bueno, las Alemanias.
Berlín me gusta porque es una ciudad de contrastes. Donde el símbolo del comunismo se ha convertido en epicentro del capitalismo más salvaje. Donde aun hoy vas por la calle y te encuentras secuelas de la Gran Guerra. Te encuentras un rascacielos y unos cuantos pasos más allá aun hay restos del muro que te partió en dos. Aun se notan las diferencias entre Este y Oeste. Me gusta porque es una ciudad seria, algo cuadriculada, pero si rascas en la superficie, te encuentras cosas realmente bellas. Rincones preciosos para retratar, o para ser retratado.
Madrid, te he querido siempre y así será de por vida, pero acostúmbrate a compartir mi corazón con Berlín. No quiero verte celosa. Podemos ser felices juntos, los tres. Prometo volver a visitarte, y a seguir siendo feliz en cada uno de nuestros reencuentros. Sólo que ahora he descubierto a alguien nuevo, especial, terriblemente interesante y atractivo y estoy sufriendo sus consecuencias. Quédate con que soy feliz estando por las calles de Berlín. Como en las tuyas. Te quiero, Madrid. Berlin, Ich liebe dich.