Nunca entenderé a esa gente que no cuida de sus becarios. Jefes y responsables de eventos que no se dan cuenta del gran trabajo que realizan sus voluntarios. No sé si es una práctica común o sólo ocurre en este país, pero mi sensación en este aspecto es bastante negativa. Siento que no sabemos cuidar del trabajo gratuito que nos ofrece la gente, algo que no habla muy bien de nuestra gestión.
Personalmente, he vivido en ambos frentes. He realizado prácticas no remuneradas por temas de formación, y también he sido (y soy) voluntario en diversos proyectos, especialmente los deportivos. También he tenido que convivir con chicos y chicas que han colaborado o trabajado a mi lado de forma altruista. Siempre que se ha dado esta situación, mi objetivo ha sido hacerlos sentir cómodos y sobre todo, respetados. Es por ello que he agradecido siempre su trabajo. He intentado darles a cambio, además de las muestras necesarias de confianza, todo mi conocimiento para que pudiesen adquirir nuevos conceptos.
Sin embargo, veo y escucho historias sorprendentes. Gente a la que prácticamente explotan. Sus superiores los tratan como meros empleados asalariados y no entienden que ni carecen de la experiencia de otros/as ni acaben recibiendo la compensación económica mensual. Se van a su casa sin saber que su trabajo es óptimo, que ayuda a sacar adelante el proyecto. Ya no hablo de que llegue el primero de mes y les den una compensación, hablo de hacerlos sentir parte de la estructura. Hay situaciones en las que los responsables de estos becarios o voluntarios actúan como si se tratase de esclavos que trabajan de forma gratuita.
Los detalles de los que hablo son simples, algunos son detalles de educación y cortesía. No cuesta nada darle una palmadita o darle las gracias por el trabajo realizado. No cuesta nada enseñarle cosas nuevas, hacerle sentirse útil, siendo parte de una organización y no como un simple peón que trabaja gratis. No cuesta nada escribir una recomendación en Linkedin si su labor ha sido buena, o si te ha sido útil para sacar adelante tu proyecto. Son pequeños detalles que te hacen sentir querido, y que desde luego ayudan a sentirse motivado. Son pequeñas pildoras gratuitas que repercutirán en su forma de trabajar, que hablarán bien de tu empresa o proyecto y que, en caso de implantarlas desde el primer momento, ayudarán a que esa persona realice un trabajo excelente desde el primer día en su puesto.
Está claro que no es bueno generalizar. De la misma forma que he dicho que me he encontrado muchos casos horribles, conozco empresas, eventos y proyectos que saben cuidar de sus becarios y voluntarios. Debemos aprender de esa clase de ejemplos y saber cuidar y mimar a la gente con la que trabajamos. No es chupapollismo, ni peloteo, es saber reconocer el trabajo bien hecho. Fuera envidias y tonterías. De la misma forma que a veces nos gusta meter caña, alabemos el trabajo bien hecho.
Hay que saber motivar, joder.