Cada día me da más pereza Twitter. Sobre todo porque siempre hay un drama, una indignación o un suceso que genera debates estúpidos y sin ningún tipo de reflexión. Siento que cada día que pasa, el nivel mínimo para indignarse en este país es menor, y nos indignamos por casi cualquier jodida y estúpida situación. No quiero generalizar, puesto que en esta red social encontraremos luchas por injusticias muy loables y comprensibles, pero tras una causa noble, tras una lucha entendible, hay 10 que rozan lo estúpido. Y señoras y señores, vivimos en el siglo XXI y la mayoría de nosotros/as somos adultos, así que vamos a comportarnos como tal. Un poco de reflexión.
Twitter es la inmediatez, el comentario rápido y muchas veces sin pelos en la lengua. Esto hace que en más de una ocasión opinemos sin tener ni pajolera idea de lo sucedido. Y esto lleva a crear polémicas absurdas. Ayer mismo se dio un ejemplo clásico. Una compañía de títeres parece que sacó un cartel que ponía “Gora Alka-ETA” en su función. Ésta fue tipificada para toda la familia por el área correspondiente del ayuntamiento de Madrid.
La gente se ha llevado las manos a la cabeza. Les resulta indignante, piensan que es un adoctrinamiento político que estaría a la altura de las mejores políticas stalinistas. Gente que opina, se indigna y echa sapos y culebras de la boca sin conocer el contexto. Sin saber por qué se decía eso. En lugar de pedirle cuentas al ayuntamiento por permitir que una función adulta se presente a los niños, se le critica por querer adoctrinarlos en el odio. Rozamos el insulto al Gobierno municipal por una crítica a la que no hay por donde cogerla. ¿Es un adoctrinamiento al odio? entonces, también lo sería si fuese dirigida a los adultos, ¿verdad? O sea, que porque alguien la cagó en la programación, porque un/una chupatintas no supo hacer bien su trabajo, dos personas pueden ir a la cárcel por enaltecimiento al terrorismo.
Si TVE emite la película La fuga de Segovia, no estará haciendo enaltecimiento al terrorismo. Simplemente estará emitiendo una película que narra un suceso de ETA. Nadie pedirá cuentas al ente público por querer fabricar nuevos etarras. De la misma forma que esa obra de arte, la de los ya famosos títeres, no usa el terrorismo con fines educativos. Posiblemente sea parte de la historia, no lo sé porque no he tenido el placer de verla. Por eso no pediré ni el aplauso ni que rueden las cabezas de los miembros de la compañía artística. De la misma forma que pediré un poco de compostura, en éste y en muchos otros ejemplos de histerismo colectivo que se generan en la actualidad sin lógica alguna. Un poquito de por favor.