Ayer me propuse escribir un artículo explicando qué era el amor para mí. Decidí que la longitud de éste la marcaría Twitter, y Twitter me limitó a tres párrafos. Y aquí están. Si tienes un blog, te invito a que hagas lo mismo. Pregúntate qué es el amor y responde en abierto. Estaré encantado de leerlo :)
Creo que me he pasado los últimos… ¿10? ¿15? años persiguiendo el amor. Por desgracia, éste siempre me ha dado la espalda. No he sido el más guapo, ni el más estable de este mundo y eso no ayuda a encontrar a tu media naranja. Hubo un fracaso sentimental que me abrió los ojos y me hizo ver las cosas diferentes. Me alejé de esas ideas y viví casi dos años sin buscarlo. Eso hizo que me sintiese vacío. Era como si no hubiese encontrado un punto intermedio. De ahí que sacase mi propia conclusión: Para mí, el amor es como una droga.
El amor genera placer, nuevas sensaciones y experiencias que rozan la magia. Te produce euforia y alegría, ganas de estar toda la noche en pie. Es precioso mientras dura o cuando eres complacido por él. Sin embargo, cuando se acaba el amor, éste puede resultar muy peligroso. Porque el amor puede generar adicción, crear alucinaciones, hacerte ver cosas que no existen. Puede generarte ansiedad, estados depresivos.
Sin embargo, pese a todo lo malo, el amor merece la pena. Sabiéndolo gestionar, aporta algo esencial en nuestras relaciones sociales. Resulta difícil domarlo, pues es como un potro joven y salvaje. Entiendo que no es una labor fácil el comprenderlo, y me juego el cuello a que muchos acabarán en su tumba sin haberlo sabido controlar. Sin embargo, es una de las muchas aventuras de esta vida. De la misma forma que aprendemos a ser autosuficientes, a superar toda clase de barreras y contratiempos o descubrimos las cosas más bellas de la vida, debemos aprender a controlar, disfrutar y sufrir el amor. Eso es, el amor es una aventura.