Bilbao, mediados de agosto. Una tarde calurosa de las de verdad. Estoy dándome una vuelta por la parte vieja para alejarme del sol. Entro en una tienda y me compro una botellita de agua. La dependienta me avisa que son dos por un euro, pero le digo que con una me vale. Su compañero, muy amable, me acerca otra diciendo “nunca está de más llevar una botella extra en la mochila”. Le hago caso y esa botella acaba en mi mochila. Creí que no la iba a necesitar, pero eso fue antes de conocer Las Fritas Bilbao.
Poco después de las cinco de la tarde, pasé por la calle de la Cruz y me encontré con un pequeño local en el que sólo vendían patatas fritas. Pasé de largo no sin echarle una mirada y hacerle una foto para cantarle las cuarenta a Bori. Mira que no avisarme de esto. Total, que para una vez que encuentro un sitio especializado en patatas fritas, no podía resistirme a probarlo. Así que pese al calor y pese a la hora, me acerqué a Las Fritas con ganas de testarlo.
He intentado saber algo más del local por internet, pero no he sacado mucha información. Sé que tienen al menos dos locales, uno en Barcelona y otro en Bilbao. Ofrecen patatas fritas a las que le puedes añadir diferentes salsas o toppings, como un huevo frito, por ejemplo. Se sirven en cucuruchos, al mas puro estilo tradicional o en un cubo que es el tamaño grande. Creo recordar que la ración mediana me salió por unos 3.50 € y que los complementos andaban por 1.50€ aproximadamente. En un par de minutos, el chico que andaba allí me dio mi cucurucho de patatas fritas. Cogí unas servilletas, un tenedor de madera y me fui a una sombra fresca.
El tamaño de la patata al principio era correcto, de unos 6-7 centímetros por unos 2-3 de ancho. El equilibrio entre lo crujiente y lo tierno era correcto. De hecho, comprobé que en Las Fritas Bilbao también son partidarios de usar el truco de Robin Food. Todo un acierto, la verdad. El sabor era bueno. Como bien indican en el local, las patatas se sirven al punto de sal, sin pasarse con ésta. Quizás le faltase un punto, pero eso sería ponerme muy exquisito. La única pega que le vi es que buena parte de la ración eran patatas pequeñitas y crujientes. Pueden resultar algo incomodas para comer y no tienen la gracia de una señora patata, pero bueno. Ah, tampoco me parecieron grasientas o aceitosas. Y se notaba que eran expertos en la materia, puesto que el punto de fritura era el correcto.
Lo cierto es que Las Fritas Bilbao es un concepto interesante. De ser una franquicia, me parece curiosa e interesante. Pero más allá del negocio, el producto, sus patatas fritas son ricas. Sabor auténtico y natural, alejado de las patatas congeladas de la gran mayoría de locales. No son las patatas del Alvarito’s, claro está, pero aprueban con nota. Buena comida take-away a un precio razonable. Seguro que repito cuando me pille por aquella zona. Y tendré que darle las gracias al chico que casi me obligó a llevarme la otra botella de agua, porque al final me resultó más que útil.
Las Fritas Bilbao: crítica final
Lo mejor: Buen sabor. Posibilidad de añadirle complementos. Patatas fritas nada grasientas.
Lo peor: En mi caso, el equilibrio entre las patatas pequeñas-crujientes y las de tamaño estándar.
¿Volveré? Si.
Nota: 7/10 patatas deluxe
Las Fritas Bilbao está en la Calle de la Cruz 6 (Casco viejo) [MAPA]