España está en guerra. Al menos en guerra política. De la nada ha surgido una guerrilla peligrosa, pues viene arropada por el pueblo llano. El poder, el cual lleva décadas acomodado en sus posiciones, ve como un grupo de librepensadores los atacan mientras van ganando más y más apoyo social. Desde su irrupción en las últimas elecciones Europeas, Podemos se ha convertido en la fuerza política de moda en España.
Digo esto sin maldad. Es un hecho que todos hablamos de Podemos. ¡Que podemos hacer! parece que sólo hay una fuerza política en nuestro país. El resto de partidos, la prensa en general y muchos otros ejemplos del poder parecen sólo tener palabras acerca de la formación de Pablo Iglesias. Y por lo que se aprecia, hay cierto miedo, o al menos tensión, entre ellos. Las encuestas ponen a Podemos entre las dos o tres fuerzas más votadas de cara a las próximas elecciones.
Los acomodados en el poder le acaban de ver las orejas al lobo por primera vez en su vida. Fíjate si tienen miedo en ser los primeros en la clase que hasta hablan de pactos. ¡Pactos! Entre la derecha y el centro progresista. Entre dos partidos que han demostrado en los últimos años que no saben ponerse de acuerdo y dialogar. Ahora que ven que su peso político está en jaque por culpa de un melenudo con estudios, por un hippie, se lanzan a la desesperada a salvar como sea su sitio en el mapa político.
Ese miedo es una constante que cada poco tiempo se deja ver. Este puente lo hemos visto claramente en dos medios. El primero, en una televisión pública, una televisión de todos que buscó atacar de forma incoherente a Pablo Iglesias. Otro ejemplo lo tenemos hoy en la portada de un medio tradicionalmente conservador. Un medio que hoy ha querido deshacerse de todo resquicio de prensa seria para dejar paso a un amarillismo rancio e inservible. Se veía venir, Podemos iba a convertirse en los nuevos proetarras para el lobby conservador.
¿Siguen funcionando estos ataques? ¿Sigue teniendo el bipartidismo un aliado en los mensajes de la prensa? Cada día se me hace más raro creer que así es. Si hay algo positivo de esta gran crisis es que nos ha despertado para ver la realidad. PSOE y PP siguen hablando de populismo, y es cierto que España está dejándose llevar por una ola populista, pero en ella se encuentran muchas de las necesidades de los españoles y españolas.
Este país se ha cansado de la macroeconomía, de pensar en los grandes, en los que nos dan de comer. Y esto ha ocurrido porque ellos se han enriquecido a costa de nuestro empobrecimiento. Los que hemos decidido que sean nuestra voz en las Cortes han mirado más en los de arriba que en los que los eligieron. España pide a gritos un Gobierno que le escuche y que tome medidas llanas. Necesitamos pan y circo, por encima de todo. Sin llegar al populismo peligroso, necesitamos una legislatura en la que nosotros seamos el nucleo de los problemas a resolver.
¿Sabéis qué es lo más triste? Que los que hablan mal del populismo, a veces, lo utilizan. Por suerte, en esas ocasiones, el tiro les sale por la culata.