No conozco tanto mundo como algún que otro amigo, como por ejemplo Carlos. Sólo he visitado 3 paises: Alemania (mejor dicho, Berlín), Malta y los Estados Unidos. El último, como ya sabéis, es mi perdición. He estado en dos ocasiones para hacer sendos road trips por la costa Oeste y otro especial de norte a sur. En total, más de 7000 kilómetros en coche visitando ciudades míticas y pueblos no tan conocidos. Si he de elegir un sitio que me haya marcado de todos los que he visto, éste sin duda será el Gran Cañón en Arizona.
Hay un antes y un después en la vida de uno con la visita al Gran Cañón. Para empezar, es el doble de grande que la provincia de Bizkaia. Cuando te asomas a él, compruebas la grandeza del tiempo. Millones de años para que el agua, el viento y la lluvia dibujen un paisaje marciano. Impresiona que el horizonte sea totalmente plano. Al otro lado del cañón no verás montañas, simplemente llanura y más llanura. Es como un plato hondo, perfectamente llano en todos su borde. 1600 metros de descenso, a más de 2200 metros sobre el nivel del mar. Un paisaje que está en Arizona y no en Colorado, como más de uno cree. El Gran Cañón del Colorado recibe ese nombre por el río homónimo y no por el estado. Un río que puedes ver en algunos recobecos del paisaje. Un lugar fantástico para aprender de la naturaleza. Ideal para ver los estratos de la tierra.
Mi experiencia personal en el Gran cañón
Ya hace tres años de nuestra visita a este maravilloso rincón del oeste americano. Era nuestra penúltima etapa antes de acabar el viaje en Las Vegas. Salimos de la mítica Los Angeles y tras unos kilómetros por la ruta 66, llegamos a Williams, un pueblo que está a unos 80 kilómetros del parque y que es un buen sitio para pernoctar antes de visitarlo.
Nuestro viaje fue en enero, aunque en la ciudad angelina la temperatura fuese casi veraniega (rondando los 25 grados). El paisaje de Arizona es árido, con un ambiente desertico bastante importante. Una especie de Monegros pero a lo bestia, con mucha más arena y tierra seca. A medida que se ponía el sol, el frío hacía acto de presencia. Lo gracioso fue que al llegar a Williams, en las cunetas de la carretera había algo blanco. Al llegar al destino nos encontramos a Williams a seis bajo cero y con una buena capa de nieve en los extremos de las aceras. Personalmente, aquel pueblo pequeño, frío y nevado me recordaba a Doctor en Alaska. ¡Sólo faltaba un alce por la calle!
Antes incluso de que saliese el sol, cogimos el coche y nos despedimos de Williams para llegar a Tusayan, el pueblo que está en la zona sur del parque. Un pueblo de 500 habitantes donde sólo hay un puñado de hoteles, una gasolinera, varios locales de hostelería y un cine IMAX. Como no había nada abierto a esas horas salvo la gasolinera, tuvimos que desayunar en ella. Cogimos de todo y lo comimos dentro del coche, dejando fuera la bolsa que llenamos de basura. Cuando ibamos a tirar ésta al contenedor había desaparecido. Pronto vimos que el ladrón había sido un cuervo que vimos sobrevolando la calle con nuestra bolsa.
Pese a que la entrada para el aprque nos daba siete días de visita, la nuestra apenas duró 4 o 5 horas. Es el problema de los viajes exprés. Sin embargo, las 5 horas fueron magníficas. Recorrimos buena parte de la zona sur, que estaba llena de hielo y nieve. Una de las cosas que más me impresionó fue comprobar que en el Gran Cañón también nevaba. Algo lógico teniendo en cuenta la altitud a la que está y la época en la que lo visitamos.
Después de la visita, seguimos con el plan establecido. Pusimos rumbo a la capital mundial del vicio y el pecado. Pero esa es otra historia. El Gran Cañón, que es hoy el protagonista de este blog nunca desaparecerá de mi memoria. Es un recuerdo magnífico. Un rincón en el que reflexionas sobre muchas cosas, como el tiempo o lo insignificante que puedes sentirte ante tal mole natural. Una maravilla natural que merece ser visitada al menos una vez en la vida.