¿Os acordáis de aquellas palabras de Laporta? Su famoso al loro frente a un grupo de simpatizantes del Barça. Sugería que había mucho aficionado que decía ser del F.C. Barcelona, pero que a la hora de la verdad, estos desestabilizaban el club mediante críticas continuadas. El ex president decía que el objetivo de estos falsos culés era el de hacer creer mentiras.
Hoy me siento igual que Laporta. Mi Barça no es otro que mi tierra, Euskadi. Últimamente no he parado de leer críticas de políticos y personalidades relacionadas con la política que no paran de hablar del mal momento que vive el País Vasco. Hablan de la peor situación posible, de un marco social destruido y terriblemente peligroso. Vamos, que me han acojonado a una parte del país. Hablo de las típicas San Giles, Pedrazas, Mayores Oreja u orejones particulares. Todos provenientes de un mismo sector ideológico: el nuevo y reconstituido centro. Del centro del extremismo conservador, se entiende.
Pedraza, presidenta de la AVT, visitó hace unas semanas mi tierra. Se dio un paseo como quien se va a pasar un puente a, no sé, Salamanca, y después de volver, se echó las manos a la cabeza. Que qué mal se vive en Salamanca, que peligrosa que es. Que si en Salamanca hay miedo a salir a la calle y si vas por ésta, la gente te presiona. ¿Se vive mal en Salamanca? pues en Euskadi tampoco. Otra cosa es que la tomen contigo porque en el fondo, lo vas buscando. Si lo que busco es hacer un Ariel Sharon, yendo a donde no me llaman sólo por hacerme la foto y conseguir así el revuelo popular, pues hombre, es normal que la gente no te acoja lanzando flores y dándote abrazos. Que me caiga mal la iglesia católica no implica que, por ejemplo, tenga que ir a Sevilla en Semana Santa y montar un pollo en plena Campana. ¡Qué mal se vive en Sevilla! ¡Qué cara es en Semana Santa!
Otra que no se les esperaba en este entierro pero que sin embargo se ha invitado de motu propio es María San Gil. Parece que este invierno se vuelve a llevar el estampado de pata de gallo y el revival más conservador. Hace unas horas, la política del Partido Popular ya ha empezado a dar el mismo discurso. Al menos esta mujer es vasca, algo de razón llevará. El problema es que esta señora usa la misma venda que la anterior. Viene a decir que ETA sigue presente, que cada día es más fuerte, que ahora además la hemos vuelto a legalizar porque Sortu-Amaiur-y-su-prima-Carola es ETA. Vamos, que había un fuego, que poco a poco lo estábamos consumiendo, pero sin previo aviso viene la San Gil y ZASCA, le echa un chorrito de gasolina a la paz.
Vengo a hacer de Laporta. Porque si, porque estoy cansado de que unos farsantes intenten embaucarles. Hasta ahora, en Euskadi había el frente de los buenos y el de los malos. Con el tiempo hemos ido viendo que los malos ya no son tan poderosos como creíamos. Y también hemos comprobado como los buenos quizás no lo fuesen tanto, porque nos han ido recortando derechos, privatizando otros, engañándonos e incluso robándonos. Vamos, que tampoco son unos angelitos.
Hace unos días, me topé con una vieja amiga de la familia. Es una conocida política socialista, un alto cargo hace unos años. Paseaba por un centro comercial, sola, sin compañía. Creo que era la primera vez que me la encontraba así, sin escolta. Recuerdo haber hablado sobre su escolta años atrás. Hoy ya no la necesita. Toparme con esa situación me hizo sentirme bien. Algo está cambiando.
Otro ejemplo está en una calle de Vitoria-Gasteiz. Desde siempre, la calle Cuchillería, la Kutxi para los de aquí, ha sido un referente de la movida abertzale. Era y es la zona de fiesta de la gente con esta ideología. Tiempo atrás, sus paredes se llenaban de carteles, pancartas y pintadas reivindicativas en honor a ETA, a los presos etarras y a favor del independentismo. Si un coche o furgoneta de la policía entraba, era signo de que se iba a liar una guapa. En pleno 2013, esta calle estrenaba un cajero automático. ¡Un cajero! una de las cosas más atacadas por los de la kale borroka, la cantera de ETA. Pues bien, un año después, el cajero sigue intacto, como el primer día. No se ha calcinado, ni ha sido atacado ni boicoteado, y eso que está instalado en la boca del lobo. También podría hablaros de los coches de la Ertzaintza que hoy pasan por medio de esta calle sin haber jaleo.
No diré que os están engañando, ni que mi realidad es la única y verdadera. Sólo os pido algo que es obvio, que no es más que verlo con vuestros propios ojos. Euskadi ha cambiado, o mejor dicho, está cambiando poco a poco. Pasito a pasito, el marco político y social es distinto al de hace 20 años. Parece que a algunos les interesa volver al pasado. Lo digo porque en el pasado, los buenos eran muy buenos, no eran corruptos y ganaban las elecciones por mayorías absolutas. Entonces, los malos eran muy malos y sanguinarios. Por suerte, España ha evolucionado y la gran mayoría de su población ha comprobado que las cosas ya no son como antes. Sin embargo, me parece lamentable que una parte del poder luche para que las cosas no evolucionen. Porque si evolucionan, las armas dejan paso a las palabras, y las palabras son armas que no acaban de controlar. Y si la sociedad evoluciona y hace que desaparezca la lacra del terrorismo, algunos entes, asociaciones o fundaciones perderán el poder político y social que han conseguido en los últimos 20 años.
Es triste, pero personas como la señora Ángeles Pedraza ha obtenido un poder enorme en esta sociedad gracias a la sangre. Ahora que la sangre ya no se derrama en España, o al menos no lo hace en cuanto a terrorismo se refiere, esta gente poco a poco ve como su poder se debilita, perdiendo un objeto con el que hacer política de manera simple. España, Euskadi y el mundo en general respetará a las víctimas del terrorismo. No las olvidará, pero desde luego nunca debería revivirlas con fines políticos. Euskadi es un sitio en el que la paz es un hecho, y si no se ha alcanzado en su totalidad es por la cabezonería de ambos extremos. Pero el tiempo nos dará la razón a los que estamos en el centro. Esperemos.