Vamos a retroceder 3 años. En 2010 en Twitter éramos cuatro gatos. Bueno, eran cuatro en 2008, porque en 2010 ya se estaba empezando a poner de moda. Llegué un año antes, a mediados de 2009. ¿Recuerdas aquellos tiempos? Twitter era diferente. Para empezar, la ballena nos visitaba casi a diario. Teníamos pocos seguidores, pero ni siquiera les llamábamos así. Era como si cada uno de nosotros tuviese una especie de pandilla en esa red. Tus amigos tenían a su vez otros amigos que acababan en tu red. Conversabas, contabas tu vida… algo muy natural y nada espectacular.
Eramos tan pocos que apenas conseguimos un trending topic allá por el año 2010. De esto se acordará mejor el maestro. Aquella noche conocí a mi apreciado Adolfo. Todo un hallazgo. En fin, más tarde llegarían los #followfriday y con éstos el ranking semanal. ¿Te acuerdas de esto? esa web contaba todos los #ff que te hacían y de forma inmediata te rankeaba. Hubo luchas por estar en el top 10. Recuerdo que en más de una ocasión acabe en él, o cerca.
Esto ayudó a que se expandiese uno de los males de esta red: el ego. Poco a poco, la gente empezó a tener más y más seguidores. Se empezó a hablar de influencia y los egos se empezaron a desarrollar. Poco tiempo más tarde, las celebridades de la música, del cine, de la televisión o del deporte acabaron entrando a Twitter, poniendo éste de moda. Pasamos de ser cuatro gatos a ser ciento y la madre. Más seguidores, más egos, más influencia…
Si has visto Casino, sabrás que Las Vegas era glamour en los 70 para acabar siendo un Disneyworld, o eso al menos opinaba el bueno de Robert DeNiro. A Twitter le ha pasado algo similar. No quiero decir que tiempos anteriores fueran mejores, pero desde luego Twitter ya no es lo que era. Puede que los que llevemos 3 o 4 años en él estemos saturados, o echemos de menos los primeros momentos en los que reinaba el buenrollismo. Puede que echemos en falta vivir sin presiones, sin que nadie nos diga que debemos tuitear, si tener que satisfacer a nadie. Está claro que muchos empezamos aquí contando nuestra vida y hemos acabado montando un show de humor y gilipolleces.
Este post me viene a la cabeza por una reflexión que hice hace una semana. Veréis, creo que a Twitter le ha ocurrido lo mismo que a Gran Hermano. Como casi todo hijo de vecino, me enganché a la primera edición de Gran Hermano. En mi casa hasta pagamos por verlo 24 horas. Me resultaba curioso observar como 10 personas normales, gente como tú y como yo convivían en una casa. Y recalco lo de normales. Eran guapos, feos, altas, gorditas, inteligentes, estúpidos… había de todo. El producto triunfó, y cada vez fueron explotando lo que más atraía. Algo parecido le ocurrió a Los Simpson. De ahí que Homer cada vez sea más tonto. Gran Hermano se llenó de gente guapa, atractiva y elegida con el único objetivo de crear polémica. Pasó de ser un programa con pretensiones de ser un experimento sociológico a una autentica casa de putas.
A Twitter le ha ocurrido algo similar. La gente vino a pasárselo bien y a contar su vida o a conocer gente. Poco a poco el producto ganó éxito, algunos perfiles se hicieron referentes, dejaron a un lado su lado más… “personal” y acabaron siendo un actor de un reality con más de doscientos millones de usuarios. Los que molaban en 2011 dejaron de ser referentes. @Masaenfurecida tuvo su momento, como @postureo_, que sigue molando, pero ya no es el megaboom de hace 6 meses. Los tuitstars de hace dos años ya no tienen ni la mitad de repercusión de la que tuvieron en su día. La gente ha perdido el norte, y muchos se han creado una personalidad usando el ego como base.
Es cierto que Twitter nos cambia. A mí me ha cambiado, aunque no sabría deciros cómo. Ha habido momentos en los que me he preocupado por los retuits, por los favs o por los seguidores. En estos 4 años habré perdido las riendas de esto en dos o tres ocasiones. Ahora vivo sabiendo cuál es la realidad, al menos la mía. Twitter ha dejado de ser una obligación. Puede que porque ya no lo sienta tan humano y cercano, o porque quizás no lo necesite tanto como antes. Puede que sea el gentío, o que eche de menos a la gente de antaño. No diré que Twitter se ha convertido en una mierda, en Gran Hermano, pero está claro que no es lo que era. Puede que para mí haya perdido cierto interés, pero eso no significa que lo vaya a dejar, ni que no lo recomiende. Sólo digo una cosa que creo que está clara: Twitter ha cambiado. Mejor dicho, nosotros cambiamos, y por lo tanto, Twitter cambió. Fue bonito mientras duró…