Querida Fátima,
Gracias por tu devoción. Créeme, estoy muy feliz de recibir tanto cariño por parte tuya. Sigo tu pasión hacia mi persona desde que eras bien chica. Recuerdo tus primeros rezos, allá por tu infancia, para conseguir la Mariquita Perez que no te quería regalar tu padre. También recuerdo aquellas plegarias que realizabas en tu adolescencia y juventud para conseguir un novio guapo. Créeme que intenté hacer todo lo posible. Sé que puedo hacer milagros, pero hija mía, una cosas son milagros y otra cosa son lo que tú pides.
Lo del novio lo intenté, pero esto no funciona como crees. Puedo echar una mano, pero también necesito que la otra parte colabore. Y no pretendo ser maleducada, pero hija, con esa carita que me gastas… oye, que si encuentras alguien que te quiera, date con un canto en los dientes. Que lo importante es la belleza interior, por el amor de mi jefe (Dios).
Pero te escribo por otra cosa. En los últimos meses mi nombre ha estado ligado al tuyo. Me gustaría agradecerte la publicidad que me has hecho, pero me gustaría pedirte que no lo volvieses a hacer. No es nada personal. Te quiero, pero mejor pídele favores al resto del santoral. Por ejemplo, San Eugenio apenas tiene trabajo. El muy bribón se pasa el día de aquí para allí, haciendo turismo por el cielo. Claro, apenas tiene trabajo. ¿Cuántas veces has escuchado “Ay, San Eugenio, hazme X”? Siempre a los mismos. Que yo quiero mucho a mi rebaño, a mis andaluces, pero hija, no os puedo ayudar siempre.
Otra cosa. Está bien qué pidas ayuda a tu virgen favorita. Que pidas un milagro bueno, es lo que se suele pedir. Os podemos ayudar cuando no tenéis capacidad de cambiar las cosas. ¿Qué quieres lluvia? pues vamos hasta el altísimo y preguntamos si concede ese deseo, y si da el OK, pues todos felices. Nos gusta hacer milagros, no el trabajo de los demás. No puedo ayudarte con tus parados, Fátima. Bueno, si puedo, pero no quiero. Es que ese es tu trabajo: crear empleo. Si voy donde nuestro señor y le digo “una política pide que creemos millones de empleos”, una de dos, o se ríe de mí o me manda a la mierda. ¿Sabes lo difícil que es hacer un milagro? La cantidad de papeleo que conlleva, la de rezos y dedicación. Claro, vosotros lo pedís desde ahí abajo y os limpiáis las manos, nos pasáis el marrón a los santos, y nosotros dale que te pego, a trabajar.
Mira, lo mejor es que te comas este marrón tu sola. Bueno, tú y tu Gobierno. Que nosotros estamos para erradicar el hambre en África, para vestir a los negritos y para darle un punto folklórico a las fiestas de los pueblos. Y que además, lo tuyo es una promesa electoral, y San Pedro nos dijo en su día que los santos no nos podíamos meter en política, que eso si acaso lo hagan los obispos, que no tienen otro pito que tocar. Y que además, ya te conseguí el puesto de Ministra y aun no has cumplido tu promesa. Que aun te recuerdo ahí, arrodillada delante de la cama rezándome y pidiéndome ser ministra y que a cambio obrarías el bien entre los españoles. Pues venga, a obrar, a generar empleo. Y si no sabes, pues hija mía, a otra cosa.
Muchas gracias de todo corazón.
Tu amiga.
La Virgen (la de verdad, no la Trini. Esa es fea pero ya folló cuando erais crías).
PD: Hazme el favor de hacerle llegar un mensaje de Judas Tadeo a Montoro: “No, no puedo hacer desaparecer a Mortadelo para que así no os comparen, lo siento”.
PD2: De igual forma, Judas me ha pedido que no vayas a rezarle, que tampoco puede hacer nada. Que lo tuyo va más allá de las causas imposibles.