20:29. La pasarela Gasteiz On arranca en un minuto, pero hay gente acomodándose. Unos minutos después ya está todo el mundo en su sitio. Algunas señoras han cumplido el objetivo de guardarle el sitio a su amiga que llegaba tarde. Mucho más fácil lo ha tenido el alcalde, que tenía sitio reservado, como un servidor.
Me han guardado un sitio privilegiado. Ni más ni menos que frente a la pasarela. Un lugar al alcance de unos pocos. Mi excusa: ser bloguero. Lo curioso es que sé un poco de todo, pero la moda no es mi fuerte. Es lo que tenemos los machos alfa, que nos hemos dedicado a aprender otras cosas. Sin embargo, y por segunda vez, vuelvo a aceptar el reto de ser un invitado a la pasarela.
Luces fuera, arranca el show. Suena Conchita Velasco. La cosa promete. Salen las primeras modelos. Son guapas. Que novedad, ¿Verdad? Todas divinas, con un look muy vintage. Espera, ¿dije vintage? Vaya, parece que se algo. Mi cerebro empieza a evolucionar. Cualquier otro día mis pensamientos no llegarían más lejos del “joder, que tía más buena”.
Yanire, un encanto de mujer que conocí en mi primera experiencia como bloguero de moda me hace un comentario acerca de los calcetines de una modelo. Respondo con una sonrisa y hago n comentario válido. Y cuando me refiero a válido quiero de ir que era un comentario con miga, que aportaba algo. No ha sido el clásico comentario que hace un chico aburrido cuando estando de compras con una mujer le pregunta qué tal le queda algo. No llevo ni 10 minutos y ya me siento parte de este mundillo.
Dejo de atender a la pasarela, donde los modelos, chicos y chicas lucen palmito y me fijo en el público. El alcalde sigue serio, luciendo elegantemente un traje. Hay una amplia gama de tipos de asistentes. Tenemos señoras mayores, y otras no tan mayores. También hay parejitas. “Seguro que él viene obligado”, pienso.
Vuelve la música. Ahora la pasarela se llena de un look más no sé, oriental diría. Miro el programa. Lo he clavado, este desfile está basado en Oriente. Kimonos, estampados, un bañador. Si, miro descaradamente el culete de la modelo. Noto miradas de todo tipo. Veo miradas de envidia hacia la esbelta figura de las modelos, como veo otras en las que se ve un claro “¡Esto me lo pido”! De hecho, acabo de cazar un “Cari, ¿me lo regalas?” En primera fila.
Hago tres fotos y Javier, un compañero me presta su objetivo. Si hoy veis una foto de calidad decente en este post es por su culpa. Vuelvo a la realidad de mi objetivo, y sencillamente paso. Me dedico a observar el resto del desfile. Se me cae la baba. Se acerca una chica con un look muy “lolita”. Me llega al corazón. Sigo disfrutando del desfile y acabo haciendo un comentario acerca de las zapatillas que viste un modelo. Definitivamente se me ha pegado algo.
El show llega a su fin. Todo el mundo aplaude. Me doy cuenta que me lo he pasado bien y que volveré a repetir. Quizás aprenda algo y todo.