El 19 de mayo de 2009 arrancaba mi aventura en Twitter. No recuerdo cuál fue mi primer tuit. Tampoco recuerdo por qué acabe creandome una cuenta en ese servicio. Recuerdo que me hice la de Facebook por culpa de una chica, pero no recuerdo por qué entré en Twitter. Sé que uno de mis primeros followers fue @mploco. Tres años después, el 9 de diciembre de 2012, he escrito mi tuit número 100.000. Han pasado mil trescientos un días desde entonces. Las estadisticas dicen que he escrito una media de más de setenta y siete tuits por día. Sigo a más de mil ochocientas personas y tengo cerca de seis mil cuatrocientos seguidores. Pero los números no sirven para nada.
En esos cien mil tuits hay mucha morralla, pero también hay cosas que podrían describir mi vida durante estos últimos tres años. Hay tuits alegres y tristes. Algunos en los que he pedido ayuda y otros en los que he sido el ayudante. He estado brillante en algunos y patético en otros. He hablado de política, deportes, cine, música, sexo, fotografía, redes sociales o tecnología, por decir algunos temas. ¿Cuá ha sido el mejor? no lo sé, como tampoco sé cuál fue el peor.
Cien mil tuits después, habré conocido a unos 400 tuiteros en persona. Entre todos estos hay algunos que no sólo se han convertido en conocidos, han pasado a ser esenciales en mi vida. Ese invento ha enriquecido mi vida acercandome a mucha gente buena. Algunos tuits han conseguido que cumpla sueños, como organizar mi propia fiesta y pinchar en ella, o conocer la radio por dentro. Algunos tuits han enamorado a varias mujeres. Twitter me ha acercado a mujeres asombrosas. También ha atraido a mujeres fatales, como también ha atraido a gentuza, pero ésta por suerte es una minoría. Y hasta habéis hecho que estuviese cerca de ganar un premio. Si, un premio por escribir chorradas en menos de 140 carácteres.
Creo que he tuiteado en todos los sitios y situaciones posibles. He tuiteado en el trabajo, en la calle, sentado en el baño, en la cama, en mitad de un vuelo rumbo a San Francisco, en una discoteca, en Malta, en un hospital… Y sí, creo que he dicho de todo. A veces incluso he dicho demasiadas cosas. Es lo que tiene no cortarse ni un pelo, que a veces te puede pasar factura. Pero bueno, al fin y al cabo, quien me sigue sabe a lo que se expone, y creo que en el fondo hasta les hace gracia. A veces serio y otras no tanto. Así soy yo.
Gracias a los que habéis leído algunos de esos cien mil tuits. Muchísimas gracias a los que retuiteastéis estos y a los que tuvisteis el detalle de perder algún segundo respondiendome con otro. Un abrazo a todos los que me aguantáis a diario, a toda esa gente que sufre mis problemas de abstinencia sexual, tiene que tragarse mis momentos de ira política y que disfruta de mis tonterías. Gracias de todo corazón a los que habéis estado ahí apoyándome en los malos momentos. Muchísimas gracias a los que me habéis abierto vuestro corazón y me habéis mostrado cariño.Gracias por aguantarme, por hacerme sonreir, reir y sentirme bien. Gracias de todo corazón.
Nos vemos dentro de cincuenta mil tuits, o puede que dentro de cien mil.