Desde hace unos años en nuestro país existe un tipo de turismo que cada vez tiene más éxito. Se trata del turismo musical, ése que se genera en torno a los festivales de música. Si eres madrileño o barcelonés tienes la suerte de poder disfrutar de una infinidad de grandes conciertos o festivales a no más de 20 kilómetros de tu casa, pero una gran parte de los españoles debemos emigrar a otra ciudad para disfrutar de ellos. Eso conlleva viajar hasta dicho festival y gastar dinero en comida, bebida y demás necesidades. Vamos, que quien mas o quien menos se deja una buena cifra en estos viajes. También hay que decir que a medida que pasan los años, las citas musicales de nuestro país cogen cada vez más fuerza y respeto en Europa, lo que hace que mucho turista extranjero decida pasar unos días de asueto en nuestro país por culpa de uno o varios festivales.
Cojamos por ejemplo el Festival Internacional de Benicasim o FIB. Este festival se ha convertido en una referencia internacional en cuanto a festivales de música se refiere. Llevan ya 15 ediciones y la asistencia a dicho evento supera los 150.000 asistentes, de los que la mitad son extranjeros. Un municipio con 19.000 habitantes censados pasa a convertirse en el destino musical del mes de Julio. Gracias a este festival, hoy Benicasim es conocido en gran parte de Europa, no solo en España y gracias al turismo tradicional. Francamente, no reconozco el impacto económico que produce a la ciudad, pero ha de ser importante. Con el paso del tiempo se han ido añadiendo otros festivales, como el Bilbao BBK Live, Primavera Sound (Barcelona) o Sonisphere (Getafe, Madrid). En todos ellos la asistencia total supera los 50.000 espectadores. A estos festivales añade los grandes conciertos en estadios de fútbol donde la asistencia puede llegar a los 50 .000 o 60.000 espectadores y comprobarás que la música mueve a la gente. Si Mahoma no va a la montaña…
Por eso llevo ya muchos años apoyando y concienciando a la gente acerca de los beneficios de un festival musical. Hay gente que vende la moto de los excesos de los asistentes, pero la verdad es que son pocas las situaciones peligrosas que se puede uno encontrar en un festival. En mis cinco años como festivalero no me he encontrado con ninguna pelea, ni me he sentido en peligro ni nada por el estilo. De hecho es más peligrosa cualquier zona de marcha de una ciudad que el recinto de un festival.
Los festivaleros por norma general es gente culta. Vamos, que disfrutan de la cultura, por lo que también disfrutan practicando turismo por los alrededores del evento. Gastaremos más o menos en base a nuestra economía, pero gastamos dinero, de eso no hay duda. Por ejemplo, la media de edad del Azkena Rock Festival estará en torno a los treinta y tantos. La gran mayoría de los asistentes a dicho festival pernocta en hoteles y come en restaurantes, lo cual hace que la hostelería alavesa se vea muy favorecida. Puede que me columpie con este dato, pero el Azkena será junto al casco medieval uno de los principales atractivos de Vitoria. Mucha gente ha conocido la ciudad gracias al festival. Puede que no sea un atractivo tan bello como una catedral o un complejo arquitectónico, pero si que es un gran atractivo.
Escribo estas líneas porque en los últimos meses he leído muchas chorradas acerca de los festivales y sobretodo, acerca del Azkena, que es “mi festival” por antonomasia. He visto a gente de Vitoria menospreciando dicha cita sin saber el bien que hace ésta a la economía de la ciudad. Puede que sea porque las bandas que tocan en el festival no sean del agrado del gran público, o puede que sencillamente sea porque creen que mantener dicho festival resulta caro. Yo lo veo como un gran patrocinio de la ciudad. Creo que el tiempo me está dando la razón…
Y sigo manteniendo que promocionar la fotografía dentro del reciento es la gran asignatura pendiente de estos eventos… (http://blog.prdscity.net/2011/07/20/las-fotos-del-concierto/)