La tarde del 19 de enero de 2011 es especial para mí. Mas o menos a las cinco de la tarde me encontraba en una carretera en mitad de la nada en pleno estado de Nevada (Estados Unidos). Nuestra idea era llegar a la mítica ciudad de Las Vegas habiéndose puesto el sol, por lo que hicimos una parada en la presa Hoovert antes de llegar a nuestro destino. Cuando vimos que el sol iba desapareciendo por el horizonte decidimos emprender de nuevo el camino hacia la ciudad del pecado. Sabíamos que la carretera de acceso a Las Vegas nos daría una panorámica increíble de la ciudad cuando estuviésemos cerca, así que nos preparamos para ese momento. Pusimos a Elvis en la radio y de repente, apareció de la nada:
Nos encontramos algo parecido a esto. Era una gran mancha de luz en mitad del desierto. Tras dejar un pequeño embotellamiento en el acceso llegamos al famoso Strip, la calle más famosa de Las Vegas, en la que encontramos la mayoría de los casinos más emblemáticos de la ciudad. Primero llegó el Mandalay Bay, seguido del Luxor y el Excalibur, donde teníamos reservada una habitación. Llegamos a las fuentes del Bellagio, al volcán del Mirage y finalmente, a la carpa del Circus Circus y a la torre del Stratosphere. No os engañaré, miraba cada cosa como los bebe observan las cosas nuevas. Boquiabierto y con una mirada más viva que nunca disfruté de aquel paseo de ida y vuelta por aquel boulevard lleno de luces de neón
Esa es la primera sensación de Las Vegas. Posiblemente no hayas visto nada igual, así que todo es asombroso, increíble y espectacular. Las primeras horas (especialmente la primera noche) en esa ciudad suelen ser mágicas. Todo te sorprende y te deja alucinado, desde las construcciones y atracciones de los casinos a la gente que ves por la calle. Nunca viste tantas maquinas tragaperras, tantas ruletas, tanto derroche en un mismo edificio. Todo está hecho para que disfrutes y para que tu estancia sea increíble. Os diría que es como vuestra primera vez, pero no, esto es mucho mejor. Imaginad el mejor polvo de vuestra vida. ¿Lo tenéis? pues esa es la sensación que obtienes al llegar a Las Vegas.
Pero llega una hora en la que las luces se apagan y el sol vuelve a salir. Entonces la ciudad coge otro ritmo de vida. Las cosas no son tan glamurosas como lo eran a la noche, pero bueno, admiras con otros ojos las construcciones de los casinos. Compruebas los múltiples detalles de algunos de ellos, como por ejemplo el New York, New York, que no deja de ser un pequeño Manhattan, o el Venetian, que casi está a la altura de la ciudad italiana. Y cuando te aburres de ver casinos, siempre te queda hacerte la foto con el mítico cartel de bienvenida a la ciudad. Después tienes un mundo de tiendas por conocer tanto en la zona norte como en la zona sur de la ciudad, incluyendo dos grandes superficies que albergan outlets de las mejores marcas de ropa.
Y vuelve la noche, vuelven las luces, vuelve el glamour… y los homeless en las calles, y las camareras de mediana edad con los pechos operados para seguir siendo atractivas, los latinos que ofrecen tarjetas con fotos de prostitutas y tantas cosas que hacen que bajes un poco de la nube. Compruebas que no todo es glamour y que no todo es tan bonito como lo parece. Vuelve a salir el sol, y a la mañana siguiente tocas los edificios. Compruebas que todo es cartón piedra, que las esfinges son de plástico y que nada es lo que parece. Paseas por el casino y te encuentras a jubilados dejándose el dinero en tragaperras, o gente con aspecto de paleto paseándose por el casino. Gente entrando y saliendo de gigantes buffet y muchos, muchos borrachos desde primera hora de la mañana. La nube ha desaparecido, has vuelto a aterrizar.
Es lo que me pasó a mí. Las Vegas tiene ese maravilloso poder de seducción en un primer encuentro. Te eclipsa, hace creer que es lo mejor que te ha pasado en la vida, pero cuando la vas conociendo te das cuenta de que poco o nada tiene que ver con ello. Es una ciudad interesante, prácticamente de visita obligada, pero no tan grande como parece. Es la misma sensación que ocurre con algunas personas. Crees que son increíbles, pero tras pasar esa maravillosa aura inicial te das cuenta de que no es nada del otro mundo. Pese a ello, me gustaría volver. Porque francamente, no disfruté de mi estancia por diversos motivos, entre los que cabe destacar el cansancio acumulado de 10 días recorriendo California. Quiero disfrutar deLas Vegas como uno se merece, corriéndome una buena juerga. Sin duda la mejor ciudad para hacerlo. Ya sabéis: “Lo que ocurre en Las Vegas…”
Me ha gustado. La próxima vez… be careful:
http://www.explosm.net/comics/114/
xDDDD poca fiesta tuve yo. Llevar a cuestas 11 días durmiendo 5 hora sy haciendo turismo sin parar pasan factura :P