Querido señor Rajoy,
Mi nombre es Alberto Cabello y tengo 25 años. Soy un ciudadano español que actualmente vive sólo y tiene la suerte de tener un trabajo que, pese a tener poco futuro al menos me da un sueldo mensual. Soy progresista y hasta ahora votante del PSOE, pero por motivos personales he de decir que me siento defraudado con ellos desde hace unos días. Pero bueno, esto a usted le da igual. No le voté, ni pienso votar a su partido al cual respeto (pese a que muchas de sus prácticas me resultan repugnantes y/o retrógradas).
Le doy la enhorabuena por haber logrado la victoria en las últimas elecciones generales. Y se la doy porque su victoria me resulta asombrosa. Si, no ha sabido ofrecerme nada en precampaña ni campaña, sólo ha dicho que su principal contrincante lo ha hecho mal y que usted sencillamente lo hará mejor. Usted poco puede mentir, ¡Al fin y al cabo, no ha dicho nada! Por ello, le he de dar la enhorabuena. Felicidades, usted ha hecho que diez millones de votantes le den su confianza por creer en usted. Mírelo por el lado positivo: es equiparable a Jesucristo. Si, dudo que haya tantos españoles que crean tanto en un dios salvador como los que le votaron a usted. ¡Lo mismo es un elegido!
Bromas aparte, quiero hablar de varias cosas. Estamos a dos de enero, y usted lleva poco más de dos semanas siendo presidente de mi país. Como he dicho antes, usted prometió más bien poco durante la campaña electoral, casi tan poco como sus medidas para mejorar la situación global de nuestro país. De las pocas promesas que usted hizo, está la de no subir los impuestos. Incluso en su discurso de investidura dijo ante la oposición de Rubalcaba que usted no subiría los impuestos. Ha durado poco en contradecirse, puesto que hoy nos levantamos con la noticia de que usted subirá el IRPF. ¿Ve esa I de IRPF? Significa “impuesto”. Dos semanas, dos semanas y ya ha mentido a la sociedad española a la que usted representa. Usted ha engañado a diez millones de españoles. Bueno, puede que a menos, pero engatusó a muchos con promesas que, según vemos, se quedan en papel mojado. No me sirve que diga que la congelación de las subidas es algo a lo que le han obligado. Usted y yo sabíamos que esto era inevitable, el barco iba rumbo a una tormenta y usted no dijo nada pese a que la marejada se empezaba a sentir. Y no sólo IRPF, también ha implantado la ley Sinde, ahora mucho menos democrática que la de los anteriores. Ahora “Hacienda y los consumidores de cultura somos todos”, ese debería ser el nuevo eslogan de su Gobierno. Y para rematar, su Gobierno congela el salario mínimo, dejándolo a un nivel irrisorio.
Pero no es eso lo que más me asusta. Me da miedo su política partidista de cara a los próximos tres meses. No es que tenga miedo a su pueblo (que lo tiene, y mucho), o que no sepa hablar en público o tenga miedo a las comparecencias o preguntas de la prensa. Esto va más allá de su capacidad de orador o de dar la cara. Usted no tiene nada, ni una solución para salir de este lío al que usted llama país. O quizás si, pero sean duras de digerir. Acciones muy poco populistas que no ayudarían a ganar unas elecciones. Vaya, y dentro de tres meses hay unas en Andalucía, una región gobernada por el PSOE y que según las encuestas ustedes tienen todas las papeletas para hacerse con ella. Claro, hay que ganarlas a cualquier precio, sea como sea. Da igual que esté en juego el futuro de España, ¡Lo importante es ganar otras elecciones! Porque si no es así, si lo que yo digo no es cierto, ¿A qué está esperando para poner en marcha su maquinaría? ¿A qué espera para presentar los presupuestos del estado? No es excusa que el futuro de Andalucía esté en juego y tenga que debatir los presupuestos. La gran mayoría de comunidades autónomas son suyas, así que no debería haber problema para que le den el OK. ¿Sabe lo peor de todo que es? Que su país le permita este tipo de acciones. Un país al borde del abismo y usted jugando a hacer equilibrios en el borde del precipicio. Cuando se necesita dinero, se acude al banco, se busca empleo o se intenta ganar de una forma efectiva, no se va uno al casino de Torrelodones y se le reza a la virgen para que haya suerte.
Le pido que madure y sea respetuoso con su país y con los cuarenta y seis millones de habitantes que tiene. Usted nos vendió una moto inaccesible, un paso utópico a una situación económica mejor, y ahora nos damos cuenta de que no es oro todo lo que reluce. Usted, y especialmente su partido cargó día tras día con el Gobierno anterior por hacer recortes, por intentar solucionar los problemas del país a base del dinero de los contribuyentes. Un dinero que ustedes dijeron que era intocable pero que resulta no serlo pese a sus promesas.
Quiero sinceridad, y la quiero ya. No me sirven sus silencios, ni que salga airoso ante los centenares de preguntas de periodistas que usted nunca, absolutamente NUNCA responde. José Luis Rodriguez Zapatero lo hizo mal, pero al menos no evitaba la prensa. Todo buen político tiene que tener una buena capacidad para dialogar y para afrontar la realidad. Los malos hacen como los avestruces y esconden la cabeza bajo la tierra. Señor Rajoy, usted ya ganó unas elecciones, ahora ha de dejar sus colores. Ya no pertenece ni al Real Madrid ni al Barça, ahora está en la selección. Los intereses de su club se quedan a un margen. No tiene que ganar las elecciones andaluzas, tiene que ganar a la crisis. Mójese como no lo ha hecho nunca. Sea valiente por primera vez en su carrera política y díganos la verdad, aunque duela. Mentir es pecado, pero callarse las verdades también lo es. Rectifique y escuche al pueblo y sobretodo, hable.
Gracias por su atención.
Alberto Cabello Mayero