Hay muchas cosas en este mundo que no me gustan. Por ejemplo, no me gusta la soledad. Y no me gusta porque la he sufrido en algunos momentos de mi vida, y por desgracia sé que no es algo agradable. No me gusta que la gente la sufra, porque hace que pierdan sus ilusiones, sus ganas de vivir y sobretodo, su sonrisa. Tampoco me gusta la gente que maltrata a otra gente, especialmente la gente que maltrata a sus mayores. Será porque he crecido junto a mi abuela, y eso ha hecho que tenga un cariño especial a la gente mayor. No me gusta nada ver triste a un anciano, y no me gusta verles llorar.
No me gusta leche. Bueno, tampoco la odio, pero no suelo beberla. No me gusta la gente que se cree superior, básicamente porque a la hora de la verdad son como tú y como yo. No me gusta la gente que siempre intenta caer bien, ni los hipócritas o mentirosos. Me encanta ser franco e intento ser directo, nunca he creído en vivir detrás de las mentiras. Y tampoco me gusta endiosar a la gente.
No me gusta ver llorar a un niño, pero aborrezco a los niños malcriados. No me gustan las religiones, ni las nacionalidades, ni las fronteras ni quien apoya todo eso. No me gusta tener una nacionalidad, sea cual sea ésta. No me gustan las verdades únicas, ni el pensamiento único. No me gustan los racistas, ni los extremistas, ni quien sabe oír o pensar por si mismo.
No me gusta la gente que olvida rápido. No me gustan las chanclas, ni el color rosa. No me gustan los hospitales. De hecho, empiezo a tener cierto pánico a estos. No me gusta la palabra odio, ni hambre, ni tristeza. No me gusta el alcohol, ni el tabaco, ni quien no sabe pasárselo bien sin ninguno de estos. No me gusta la luz fluorescente, ni el agua del tiempo. Y bueno, hay muchas mas cosas que no me gustan de esta vida, pero creo que ahí hay algunas de las que menos me gustan. También hay muchas cosas que me gustan, pero eso lo dejo para otro post, si así lo queréis, claro.