Llevo varios meses diciendo esta frase:
“Hace dos años yo era un don nadie. Ahora, soy un don nadie al que le lee bastante gente”.
Durante los últimos meses he visto como la gente entendía mi mensaje. Para los que no lo entendieron, o quizás lo entendieron al revés, decirles que quise expresar mi humildad, y con ello pedir la humildad del resto del mundo. Si, es cierto que a día de hoy tengo cerca de 3330 followers, pero eso no ha hecho que cambien las cosas. Mi despertador sigue sonando a las siete de la mañana, y mi única fuente de ingresos es mi trabajo como técnico de soporte informático. Si calculo las ganancias que he tenido con mi blog en estos casi 7 años, la cifra sería bastante irrisoria. Nunca cobré un cheque de Google AdSense, y los pocos pagos que he recibido son de posts patrocinados, que no habrán sido más de 5 de los que he sacado en total una cifra que no supera los 200 euros.
¿Qué os quiero decir con todo eso que os he contado? que debemos ver más allá del éxito efímero que puede ser el que nos traiga internet. Varios miles de followers no hacen que un restaurante se llene por la sola presencia de un twittero. Se pueden contar con las manos los blogueros o twitteros que se pueden ganar la vida con sus herramientas y que además pueden reconocerse como reconocidos en el mundillo, porque ojo, no les llamaría famosos. En este país es famoso la cantaora de coplas, el tenista, la princesa del pueblo y el de Sálvame, pero aun queda mucho para que alguien que salga de internet sea una celebrity por un éxito serio. Es una verdadera lástima, pero es así. Ojo, somos don nadies, pero eso no significa que debamos darle un aspecto pesimista. Somos gente corriente, de la calle, que paga sus impuestos y estudia, trabaja o se intenta buscar la vida como sea. Quizás don nadie no sea el concepto más agradable, pero me gusta hacer hincapié en la poca importancia que tenemos pese a nuestro respaldo.
Es muy fácil inflar un ego en internet. Yo mismo lo he comprobado, y gracias a dios no he pecado. He recibido halagos que me han hecho reflexionar mucho, muchísimo, y aun no entiendo algunos. He llegado a conocer auténticos fans de mi blog o de mi Twitter, y en lugar de usar eso como helio para inflar mi ego lo he usado para pensar en qué estoy haciendo. Al fin y al cabo, lo que yo escriba nunca me va a dar de comer, y dudo que consiga cosas gracias a ello. A los que hayan inflado sus egos por cosas como un blog o su Twitter, les deseo toda la suerte del mundo, pero hacerles ver que no son especiales. No somos Buenafuente, ni Ignacio Escolar, y para ser como @earcos o @edans hace falta trabajar mucho. Y si, eso que habéis leído son palabras de reconocimiento al trabajo de un gurú al que he criticado (y critico) bastante, pero hay que reconocer los logros de uno nos parezca o no interesante su opinión.
Para acabar, quiero recordar una frase que uso desde hace ya un buen puñado de meses: “Twitter es lo que tú quieras en 140 caracteres”. Las reglas las marcas tú, no hay mas que una obligatoria: el respeto hacia los demás. Eso si, ni mes menciones, ni tus posts, ni mis retuits ni tus faveos van a sacarnos de pobre, así que tómatelo como algo bonito, de lo que aprender y enriquecerte. Y os dejo con una gran frase del gran Alejandro Jodorowsky:
El ego es como tu perro. El perro tiene que seguir al amo y no el amo al perro. Hay que hacer que el perro te siga. No hay que matarlo, sino que domarlo.