Son las 6 de la mañana en San Francisco, y para mí arranca mi primer día en territorio norteamericano. A esas horas la calle se encuentra animada principalmente por un numero enorme de homeless. Nada mejor para estrenarnos como visitantes del imperio yanki que un local como el Sam Dinner’s. Es una cafetería muy clásica, con cierto aire rancio pero que sólo por ello merece la pena entrar.
San Francisco es la ciudad de las cuestas. Uno no para de asombrarse de cómo la gente ha ido construyendo casas en calles con desniveles asombrosos. Pero antes de adentrarnos en la zona mas clásica de la ciudad, decidimos pasearnos por el downtown de la ciudad. Un centro metropolitano que tiene en la “Piramide” su rascacielos más carismatico. El edificio es sencillamente precioso. Grotesco, muy americano, pero espectacular.
Y si uno va a San Francisco no debe dejar de visitar la mítica prisiçon de Alcatraz. Por aepnas 26 dolares viajes a la isla, visitas todo el complejo penitenciarios y además te regalan la audioguía durante la visita.
Alcatraz impresiona, y mucho además. La sensación de claustrofobia en esa isla es omnipresente. Las celdas eran más que peñas. Cuando uno la conoce en persona decide no delinquir en su vida.
Mañana os cuento más sobre el viaje, que uno necesita al menos 5 horas para sentirme vivo. Os diré que una de las cosas que mas me ha sorprendido de San Francisco es que vayas a donde vayas huele a comida. A las mañanas, a huevos, café, a bacon…
Y apuntaroslo: si no habéis ido nunca a China es mejor que os vengáis a Frisco. Chinatown es alucinante para perderte entre tanto chino. Bueno, lo dicho: me marcho a dormir, ¡buenas noches!