Estrés, hoy es uno de esos días de estrés. Ese cabrón ha vuelto a aparecer en mi vida cuando menos lo necesito. En realidad viene combinado con cansancio, lo cual hace que mi inicio de semana sea una mierda (con perdón). Añade a estos factores alguno más y para finalizar añádele un día gris, bucólico y nublado. Si, es la combinación perfecta para que tu cabeza coja rumbo a una excursión a Villa depresión.
Pero, ¿voy a dejar que ésta se apodere de mí? ¡No! al menos voy a intentarlo. Porque por muchos problemas que tengas, por muchas trabas que haya por el camino, las cosas se van tranquilizando o suavizando. Que el estrés, el cansancio y todas las cosas que ahora mismo recorren mi cabeza iran pasando poco a poco a un estado de tranquilidad. El problema es que muchas veces no sabemos esperar a que se tranquilicen o que vuelvan a su calma. Yo soy de esa gente que se suele alterar mucho en estas situaciones, por eso he acabado escribiendo este post.
¿Y por qué lo escribo? para tranquilizarme. Para decirme en voz alta que no me vuelva loco, que todo va a salir bien. Quien me conoce ya sabe que suelo usar mucho el concepto de las buenas y malas vibraciones. Otros las llaman palpitos y otros quizás las llamen sentimientos, a mí me gusta llamarlas así. Hoy vengo a autosatisfacerme, a darme la palmadita a mí mismo, a decirme que me tranquilice, que me calme, que todo va ir bien y que en breve la tormenta pasará y volverá el sol. Buenas vibraciones para todos/as…