Ayer nos abandonó una gran persona. José Antonio Labordeta, ese político que era claro a la hora de hablar, ese cantautor “progre”de los 70, ese señor que recorrió España con su mochila, nos ha dejado para siempre. Llevaba 4 años luchando contra una dura enfermedad que me permitiréis no mencionar. En los últimos meses, Labordeta había empeorado notoriamente. Hace apenas unos días lo vimos por última vez, fue cuando el ministro Gabilondo fue a entregarle una distinción a su propia casa. Al verlo, desapareció mi sonrisa. Estaba envejecido, hinchado por la medicación y se le veía como en otro mundo. Mas de uno comentó que lo suyo tenía mala pinta, y así ha sido.
Hoy Aragón es noticia por doble razón. El mundo entero pondrá hoy a Alcañiz en el mapa gracias al motociclismo. Pero por desgracia también lo es por la perdida de uno de sus hijos predilectos. Como político nunca defraudó. Era una persona llana, sencilla, del pueblo. Se le notaba al hablar y al recriminar a sus compañeros de la cámara. Sin la pomposidad de muchos políticos, Labordeta decía las cosas claras. Eso hizo ganarse la simpatía del electorado aragonés y el aprecio de medio país. Pertenecía a la chunta aragonesista, pero caía bien a socialistas, populares y nacionalistas. Nos ganó más aun si cabe con “Un país en la mochila”. Nos enseñó la otra España, la rural, la que poco a poco se extingue y que él quiso mostrar antes de que fuese tarde. Recuerdo muchos episodios de esa serie. Especialmente uno en el que recorría tierras cántabras. Recuerdo verlo con mi padre, sentado a su lado disfrutando de la forma de hablar del gran José Antonio.
Me da pena no haberle conocido. Me hubiese gustado dialogar con él. Una tarde con él olía a aprender mucho de la vida, de la política, del país en general. Y lo mejor de todo es que iba a aprenderlo todo de una persona. Ni de un político, ni de un experto, lo iba a aprender de una persona sencilla como yo. Esa era la grandeza de Labordeta, ser un hombre sencillo que representaba en la cámara de los diputados a muchísimas personas sencillas.
Ayer leí muchos tuits sobre su muerte. Tuits de personas muy variopintas, de diferentes zonas de España y de diferentes ideologías. Todas coincidían al decir que Labordeta fue una gran persona. Pocas veces ocurre esto, la verdad. Se nos fue el político de la visera y el enorme bigote, el de la mochila de cuero. Aragón y yo mismo estamos de luto. Descanse en paz, maestro.