El lunes tuvo muy mala suerte. Le tocó ser el primer día desde el principio de los tiempos. Él seguramente quiso ser viernes o sábado, pero no, le tocó ser primero y lo peor, venir después del domingo. En el fondo él no tiene la culpa de nuestros males. No es quien impone que comencemos a trabajar semanalmente en él, ni es el culpable del madrugón posterior a dos días de muchas horas de sueño. A él le toca estar ahí, recibiendo palos de uno y de otro hasta que llegan las doce de la noche y se vuelve a la esquina donde descansa hasta la semana siguiente. Si tengo que apostar, diría que se marcha triste, casi lloroso. A nadie le gustaría estar en su piel. Ser el blanco de iras de todos sin haber hecho nada. Si os fijáis…, el lunes no es más que un martes con muy mala suerte. Sin duda alguna el peor día es el domingo, pero se salva porque es el día favorito del de ahí arriba. Claro, es el ojito derecho de papá y ya se sabe… él hace el mal para que luego lo paguen otros.
¿Sabéis qué? he prometido no volver a echarle la culpa al lunes. Porque si tengo sueño, si me toca madrugar, si tengo que trabajar no es su culpa, es mi vida. ¿Por qué tiene que ser malo? hoy despediré el lunes con una sonrisa posiblemente, algo que ayer no ocurrió, y eso que era el día del señor. Y tú deberías hacer lo mismo, que si le sacamos el lado bonito al lunes, el día no será tan malo. ¿Quien no te dice que igual es un lunes el día en el que conozcas a la persona que cambie tu vida? ¿O quizás sea el día en el que nazca tu primer hijo? ¿O vuelvas a tener trabajo? venga, fuera esas caras largas, que el lunes no es tan malo como lo pintamos. Y como quiero despedirme con una sonrisa… que mejor canción que este clásico del fantástico Louis Prima ;-)
Todo lo que dices es cierto. Sin duda, hemos sido nosotros quienes hemos fijado los compromisos y las rutinas, así que, como tú, sonreiré al pobre lunes, víctima de tantos ataques sin haber hecho nada.
Un abrazo, me gusta tu blog, lo pongo en favoritos en el mío :)