No recuerdo que hice aquel 27 de agosto del año 2004. No recuerdo si era un adolescente feliz o triste. Recuerdo que debía estar enamorado, almenos a empezar a estarlo, pero poco más. Lo que si se es que aquel 27 de agosto empecé una de las aventuras más bonitas que jamás haya empezado: mi blog. Le llamé “Diario de un Pixel” por una teoria que hoy todos conoceréis (si hay alguien en la sala que aún no la sepa que pulse aquí). Un nombre que sencillamente me pareció bonito y que a día de hoy me sigue gustando.
Hace seis años empezaba un experimento, algo que no sabía si iba a durar mucho o poco. El tiempo ha hecho que mi blog deje de ser algo simple para mí para convertirse en algo más. Diario de un Pixel es un hijo para mí, una relación de seis años que cada día me ayuda más y más a mejorar. Empecé a escribirlo casi sin barba, aún siendo estudiante y él ha sido testigo de los mejores y de los peores momentos de mi vida. Ha sido mi confidente durante muchas noches, el hombro en el que apoyarme cuando el mundo me daba la espalda. Diario de un Pixel ha dejado casi de ser un blog para convertirse en un amigo o un hermano mayor al que le puedes contar tus penas y tus alegrías.
Nunca ha sido un blog importante, pero tampoco ha aspirado a serlo. En estos 6 años nunca ha recibido mas de 2000 visitas en un día, pero tampoco he llorado por la ausencia de visitas. Durante este tiempo he conocido a un buen puñado de fieles lectores y lectoras que me han sabido trasmitir el aprecio por el blog, lo cual ha sido más que suficiente para motivarme a seguir hacia adelante. A ellos les doy las gracias de todo corazón por hacer posible esta bitacora a base de animos, apoyos y bonitas palabras. ¡Gracias por el calor que me otorgais a diario!
El futuro… el futuro no está escrito, por eso prefiero no augurar nada sobre el futuro de este blog. No hay nada asegurado en esta vida, por eso es preferible no mojarse mucho sobre lo próximo. Si por mí es, Diario de un Pixel durará hasta que mi vida diga basta. Incluso perdurará a su creador. Me gusta pensar que si algún día tengo la suerte de fundar una familia, mis descendienes tenga la bondad de leer los escritos de su antecesor. Que mis nietos lean la juventud de su abuelo es algo que me ilusiona mucho. Por eso, no diré donde estaré dentro de un año, ni que será de este blog dentro de 365 días. Sólo espero que ambos sigamos con la misma fuerza y ganas de seguir hacia adelante que hoy, eso es todo. Amigo lector, si te apetece hacemos un trato. Dentro de un año nos volvemos a ver aquí, en el blog y nos comentamos que ha sido de nosotros. Yo dejo la mano tendida, ahora depende de ti…