Espectacular, increíble, maravilloso… son muchos los adjetivos que le podemos poner al broche de oro del festival de jazz. Vitoria cerró su semana anual de jazz por todo lo alto, con dos conciertazos bien distintos entre sí. Por un lado, la magia del pianista Marcus Roberts y por otro, el embrujo del maestro Paco de Lucía. Más de tres horas de música interpretada por dos auténticos genios en un polideportivo de Mendizorrotza absolutamente lleno.
La noche comenzó con el gran Marcus Roberts acompañado de su grupo. Cuando mencionamos a Roberts estamos mencionando a un autentico maestro al piano. Como bien nos lo hicieron recordar en megafonía, el pianista ciego de Jacksonville llevaba 8 años desaparecido. Una maravilla que decidiese dejar a un lado su retiro para volver a la carretera. Marcus Roberts dio una lección magistral de jazz puro, el jazz que nació durante el siglo pasado y que en pleno siglo XXI aún sigue gustando. Un recital cercano a la hora y media que hizo vibrar a los amantes del jazz.
Cuando bajó Marcus Roberts del escenario comenzó la cuenta atrás. Lo que nos esperaba quizás no era jazz, pero si una maravilla musical. Todas las luces se apagaron para recibir a Paco de Lucía, probablemente uno de los mejores guitarristas del mundo. Serio, que no seco, forzó una sonrisa antes de sentarse y demostrar sólo ante el público que es la guitarra flamenca. Las seis cuerdas de su guitarra llenaron el escenario durante unos minutos hasta que salió el resto de la banda. El maestro de Algeciras trajo en su sequito al gran Duquende, cantaor que aportó el “duende” flamenco necesario. Para redondear la liturgia llegó el Farru, bailaor que hizo vibrar al respetable con sus movimientos.
Tras el descanso (“5 minutos para echarnos un cigarrillo” que nos dijeron) llegó más magia, ahora acompañada por dos invitados especiales. Paco les hizo pasar y aparecieron el saxo Sherman Irby acompañado por el gran Marcus Roberts. El flamenco se fusionaba con el jazz, mejor dicho dos músicos de jazz se fusionaban con el flamenco. Ambos dieron otro punto al sonido flamenco de la noche. El final, con partes de la mítica “entre dos aguas” fue apoteósico. La gente quedó satisfecha tras una noche de duende flamenco única. Gente como el escritor/director David Trueba o Mikel Urmeneta, creador de Kukuxumuxu disfrutaron en persona de la magia del maestro de Lucía. Yo volví a intentar lograr un tesoro y lo logré: el maestro me echó un garabato en mi libreta. Se cerró una edición del festival de jazz en el que el que góspel, flamenco o blues tuvieron casi más peso que el propio jazz.
Agradecimiento de todo corazón para Iker Ramírez de la Piscina (@Ikfoto)