(Ésta es la segunda parte de la historia del mejor momento de mi vida. Ocurrió hace dos años exactamente. Podéis leer la primera parte de la historia pinchando aquí.)
El 14 de junio de 2008 amanecía esplendido en Barcelona. Los rayos de sol entraban por los laterales del ventanal de la habitación del hotel. Serían las 8 de la mañana cuando nuestro chico se desveló. A su izquierda estaba ella, algo que para él era algo inimaginable. Porque mi amigo, que pese a ser alguien que le entra fácil el amor nunca obtiene respuesta de éste, y aquello era una victoria histórica. Él la abrazó y volvió a dormir un rato más.
Poco más tarde, la pareja se fue a pasear por Barcelona. Ella hizo de guía por los rincones más conocidos de Barcelona: las ramblas, el barrio gótico, el Raval… ambos agarrados de la mano, abrazados, ese rollo que todos odiamos cuando no lo tenemos pero que sin ello no sabríamos vivir. De todos los momentos, uno en una tienda, donde ambos se perdieron por ésta y ella al reencuentro le esperaba con un beso. Comieron en el Hard Rock Café, uno de esos sitios de los que él es apasionado y se fueron de nuevo a descansar. Tras otra tarde en la que ambos se demostraron su amor, él fue por primera vez al cine con su autentico amor. Sé que una vez me lo dijo, pero no recuerdo exactamente que película vieron. Le he estado dando vueltas y no recuerdo cual me dijo, y no voy a molestarle. Tras una cena, y a altas horas de la noche, la pareja, agarradita se fue poco a poco al hotel, que estaba a un par de minutos del centro comercial.
Mi amigo siempre me contó que aquel día es el mejor de su vida. Hace tiempo, mientras nos tomábamos algo me confesó que nunca se había sentido tan feliz como en aquel fin de semana junto a ella. Dijo que sus problemas, sus males, todo lo negativo desapareció para vivir unos momentos de pura felicidad. Estaba en una ciudad maravillosa, junto a la mujer que amaba, tenía dinero para invitarla a cenar y para darse algún capricho, por lo que vivía un momento mágico. Por desgracia, según se ve, ese momento tuvo su comienzo y su final.
Se acomodaron, vieron juntos la tele y volvieron a dormir abrazados. Sin llegar a decir nada sobre ello, ambos sabían que el aquel día había sido perfecto, demasiado bonito para ser real. Por desgracia, ambos tenían en mente que en apenas 24 horas cerca de 600 kilómetros les apartarían de repetir esos grandes momentos. Era un día perfecto que iba a acabar con un sabor triste por parte de ambos.
(Continuará.)
Esperando con ganas la tercera parte. Quiero ver cómo matan a ese subnormal de @blogdebori xDD